El silbato del maquinista y el chirrío, sonido estridente producido por el roce de los frenos del tren, (máquina a vapor inventada por el ingeniero británico Richard Trevithick 1804 Siglo XIX. Diez años después la construcción de una locomotora aplicada al transporte con carbón constituyó un importante paso adelante. Fue obra del ingeniero británico George Stephenson (1814). Esta nueva forma de transporte habría de alcanzar pronto una enorme difusión) me hizo levantarme rápido y veloz. Miré el reloj. Para el próximo tren aún faltaba cuarenta y cinco minutos. Me daría tiempo para ducharme, acicalarme y configurar el equipaje en una maleta de madera rústica construida por un ebanista aún sin cristalizar. La estación de Ferrocarril estaba a dos manzanas, a un grupo de casas contiguas. El tren de la VIDA sólo pasa ante ti una vez. No podía perder esa oportunidad. Me jugaba mi futuro. Soy consciente que dejaba atrás a mis seres queridos. Mi madre, mi hermano...que tanto quería, que tanto amaba. No poseía otra opción, otra alternativa. Aquí en esta zona rural carecía de perspectivas para formarme y emprender un camino que me llevase a un puerto seguro.
La oportunidad que me ofrecía mi amigo Roberto, compañero en el Servicio Militar allá en tierras africanas no podía relegarla a un segundo plano. Su padre director-gerente de una Empres Textil en la Ciudad Condal me ofrecía un empleo de administrativo en calidad de fijo laboral.
En el andén de la Estación de Ferrocarril pululaban personas de todo tipo a la espera que llegase el ferrocarril. Me hallaba con cierto nerviosismo. Iba al encuentro de un mundo ignoto . Aunque tenía la seguridad de empleo siempre el desplazarte de una zona rural, de un pequeño pueblo nacido en las estribaciones de Sierra Morena a una gran mole de ciudad causa extremado respeto. En el departamento asignado conocí a variopinto personajes. Sus aspiraciones eran similares a la mía, tenían un fondo común: Hallar un futuro prometedor en tierra extraña.
Tras veinte horas de tren, un largo e interminable viaje, arribé a la Estación de Francia.
En el centro neurálgico de la maravillosa ciudad barcelonesa estaba ubicada la oficina que sería mi lugar de trabajo. Mis compañeros, junto con el Director-gerente, todos catalanes, me acogieron con hospitalidad y simpatía. Allí se desarrolló mi actividad durante un periodo bastante denso. Hasta que un mágico día leí en la “La Vanguardia” prensa local, insertado el anuncio de convocatoria de oposiciones al funcionariado. Ahí, en esa cafetería degustando un sabroso café brasileño, mi vida cambió de rumbo.
APROVECHÉ EL MOMENTO, ese momento crucial para caminar por la senda que me iba a conducir a realizar mi gran ilusión: trabajar con un gran equipo de profesionales en la Empresa privada, como lo venía haciendo y con la experiencia gratificante que había acumulado iniciar el reto que desde pequeño me había marcado: concursar a oposiciones de Correos y Telégrafos. Vivir la magia del mundo de las cartas. Ser funcionario de la Administración Pública.
Si te quedas rezagado en el andén y no arriesga en el preciso momento que el TREN de la VIDA pasa por tu lado, no te quejes que la PROVIDENCIA no te ha dado la oportunidad de cambiar tu rumbo de vivir.
¡EN LA VIDA NO CABEN LOS MILAGROS pero SÍ los SUEÑOS...!
Original: Bernabé Ruiz Escobar.
UNIVERSIDAD de HUELVA.
Profesora Filosofía Pura, María Vivanco.
23 Enero 2011.