Me encuentro en soledad. Un denso silencio me cobija. Siento palpitar mi corazón. Como un caballo alazán sin bridas y sin estribos, retozando sin rumbo fijo. Así en esta tesitura me encuentro. Se aproxima, es inminente el momento crucial de conectar contigo. Destilan los poros de mi piel. El potro desbocado que llevo en lo más recóndito de mi alma va cabalgando ahora sin apremio, sin urgir. Me hallo en ese estado donde el fenómeno de una persona podría elevarse en el espacio contradiciendo las leyes de la gravedad.
Percibo una paralización total del uso de los sentidos. Éxtasis. Carezco de cuerpo físico. Sólo dispongo de espíritu y obedece al estadio propicio para narrarte evocaciones de páginas y escenas singulares y diversas que tuve la gran fortuna de compartir contigo.
Ahora como un susurro, musitando, en voz baja para que nadie de estos terrestres nos oiga, preocupados, absortos, por el cúmulo de adversidades que están sufriendo, voy a intentar recordarte pasajes de nuestra niñez, adolescencia y juventud.
PLAZA DE SAN ANTONIO. Sentados en el suelo jugábamos a las prendas. Hoyos en la tierra para apostar por las bolas. Yo te hacía trampa y siempre te quedabas sin ninguna. Te dabas cuenta del truco y me echabas la reprimenda. A mí me daba igual. Quería ver tu rostro enfurecido. Te pedía disculpa y tú gallardamente la aceptabas.
CALLE VIRGEN DEL PRADO. Íbamos para el Paseo. Me adelantaba yo corriendo para golpear las puertas de las casas. Como corría más que tú, me escondía en el quicio de las puertas y las mujeres furiosas salían al exterior echándote la bronca. Muerto de risa y jolgorio me encantaba tu enojo, tu enfado.
Cuando disfrutamos de órdago fue cierto día en el Bar de Rafael. Sentados alrededor de una mesa degustando unas cañas de cervezas, se encontraba el tío del “Torito” Éste muy respetuoso me narraba unos hechos acaecidos en su ciudad de origen. Tú a la verita mía, me pisabas el pie derecho reiteradamente y tuve lanzar una estrepitosa carcajada que dejó a este pobre hombre estupefacto por la actitud mía. Pasé mucho rubor, por tu culpa. ¿Recuerdas los bailes en casa de Romanita? Yo, con el clarinete y tú cantando rancheras. ¡Qué jornadas tan hermosas! ¡Cómo disfrutábamos! Cuando te roces con ella, en ese camino celestial, dale un beso muy fuerte. Dile que la quiero.
Después de SESENTA Y TRES años la Virgen de Lourdes ha sido restaurada. En "Las Tobas" lugar que tantas veces fuimos para buscar ajos porros, hinojos y acerones, en ese lugar la entronizarán de nuevo, en esa gruta mágica desde donde ELLA nos protege y nos guía. La fotografía que encabeza este texto es una instantánea cuando por vez primera la entronizaron en ese lugar. Teodora, mi madre, me coge de la mano para mantener el equilibrio. Seguro, lo reconocerás.
SERVICIO MILITAR. Embarcamos en un autobús desvencijado en la puerta de Carmona camino de la Zona de Reclutamiento en Huelva. La primera vez que salíamos de nuestra tierra bendita. Nos hospedamos en una pensión de 4*. Te duchaste. Te escondí la toalla. Cuando te la entregué chorreando agua, la había metido en el lavabo, tuviste que secarte en la colcha de tu cama. ¡Qué jolgorio formamos!
FAMILIA. Recordado y carísimo CESÁREO. Quiero ahora centrarme en tus seres queridos. Pilar está muy bien. Tiene las dolencias propias de la edad. El tiempo cronológico no perdona. La imagen tuya la lleva siempre en su corazón. Su CESÁREO. Su esposo. Su marido. Está siempre en el ambiente de tu hogar. Ella jamás te olvida. Todas los Domingos va a visitarte al Camposanto para estar cerquita de ti llevarte una rosa y rezar un Padrenuestro por tu alma.
Enhorabuena, por tus hijos César y Javier. Han crecido como personas responsables y comprometidas. Su situación profesional es estable. Tienen buenas compañeras. No tengas dudas de lo que te significo. Son muy felices. Para culminar esa dicha tienes dos nietos preciosos. Su padre César, todos los días muy juntitos, en la intimidad oran por ti. Te piden, tú que gozas en la Eternidad de la Presencia de Dios, le guíes por el sendero del bien y que sean un ejemplo de lo que tú, excepcional persona, fuiste en este Valle que estamos temporalmente.
Como tienes muchas amistades en ese Rincón del Cielo dile que me acepten como amigo. Cuando Dios lo disponga quiero formar parte de tu círculo de buena gente en que te mueves.
La emoción me embarga, Cesáreo. Carezco de fuerzas para continuar. Una lágrima furtiva recorre mis mejillas curtidas por el tiempo. Sé que quieres mitigar mi estado anímico. En mi corazón siento, desde las Alturas, el ánimo que me estás dando. Mi corazón está en ebullición a punto de saltar por los aires. No puedo contenerme y una inspiración de aire convulsivame me acompaña, sollozo como un niño. ¡Perdóname...por Dios!
ADIÓS CESÁREO, RUEGA A JESÚS QUE ESTÁ JUNTO A TI, QUE NOS LIBERE DE TODA TENTACIÓN, QUE SEAMOS SOLIDARIOS Y PRACTIQUEMOS LA CARIDAD.
Un abrazo muy fortísimo del que fue tu mejor amigo, del que es tu amigo.
Bernabé.
