El
autor Camilo José Cela en esta novela refleja la influencia de la
tradición realista de la posguerra (Siglo XIX) ambiente crudo y
decadente que encapsula el mundo de la familia de Pascual Duarte
oriunda de un pueblo extremeño, Torremejías, que carece de toda
habilidad social.
Cuando
un niño se ve sumergido, circundado por un halo, durante su más
tierna infancia, de un ambiente hostil, enrarecido e indigente,
cuando brota la adolescencia, es consciente del rechazo y marginación
que sufre. Su ser más querido, su madre, le menosprecia, le odia.
Entonces surge un fuerte shock, una suspensión repentina de la
actividad del organismo por causa de una impresión de carácter
psíquico, que ante las anómalas situaciones que van desarrollándose
no sabe reaccionar como un ente normal, sino todo lo contrario, se
torna tosco, huraño y agresivo. Todo este cúmulo de circunstancias
llenó el alma de Pascual que se precipitó sin contemplaciones en la
sima más dura e injusta que una persona desde su infancia pueda
soportar. Su estado psicológico, anímico y social estaba corroído.
Con
este comentario de esta historia-ficción no trato en absoluto de
justificar la acción reprobable del protagonista. Los asesinatos,
obcecado por los sentimientos maltrechos que cometió,
son
punibles no cabe la menor duda pero hay que profundizar en el
ambiente de cieno, de masa de tierra e inmundicias en que vivía.
Contrajo
matrimonio con una buena moza. Preñada de cinco meses y con la
esperanza ilusionada de tener su primer vástago, un día trágico,
abortó. Él pareció enloquecer. Un nuevo intento haciendo sexo con
plenitud queda fecundada. Otro vástago que tras una patología
desconocida, fallece a los siete años.
Se
involucra en una reyerta por su estado emocional agresivo e ingresa
prisión. Cinco navajazos acaba con la vida de su opositor. Los
tribunales de justicia lo condenan a permanecer entre rejas cuatro
años.
En
libertad y sin trabajo opta por iniciar una aventura. Lo había
proyectado y lo llevaría a cabo. Su reto tierras gallegas y desde
allí embarcar rumbo allende los mares, tierras americanas.
Malogradas sus aspiraciones, al carecer de trabajo, retorna a su casa
tras un largo espacio de tiempo vagando por La Coruña con el
propósito de hallar alguna actividad al menos para cubrir sus
necesidades más acuciantes y poder subsistir.
La noticia que fulminó su estado anímico al llegar a Torremejías
fue que su esposa estaba preñada de su cuñado. La abandona y busca
refugio en el hogar materno. Su madre lo recibe con indiferencia y
menosprecio. Inmerso en un océano de confusión, sin esperanzas
concibe un plan, persuadido que tendrá que huir para siempre de la
tierra le vio nacer.
Asesina
a su mujer por adúltera; a su cuñado por infiel y a su madre por
perversa.
Estas
acciones trágicas que enloquecido llega a cometer Pascual ¿puede
sólo ser él culpable de estos horrendos delitos? ¿No sería
también la sociedad insolidaria e inhumana que le cobijaba?
En su
corazón estaba incrustado el odio, el resentimiento, el despecho.
Nunca había percibido un poco de ternura, un gesto de cariño en su
niñez. Cuando el árbol se hace adulto es arduo que sus ramas cedan
y es el agricultor avezado quien secciona las ramas dejándolo apto
para crear frutos. Pascual no tuvo la suerte de hallar en su camino
ese agricultor que le condujera por la senda que le moldeara su
conducta y su espíritu. La maldad y la carcoma lo habían corroído.
El
mensaje que extraigo de este ambiente hostil es que la piedra angular
donde el niño se forma como persona inculcándole valores de ética,
de sacrificio, de amor es la familia. Si ésta falla la cizaña no
cejará en su empeño de erradicar la buena hierba.
¡De
todo esto careció el malogrado Pascual...!