martes, 24 de noviembre de 2015

LAS SECUELAS DEL ALCOHOLISMO

 

 

  Resulta curioso pero científicamente se ha constatado. Los ebrios, los dependientes del alcohol nunca reconocen que lo están. Es unos de los síntomas, entre otros, del reconocimiento de esta lacra que invade parte de la sociedad.
   Sin apenas percibirlo el afectado de alcoholismo está minando el hígado y el páncreas. Las funciones de estos órganos se van deteriorando de forma silente, de ahí su ignorancia de la enfermedad. Se cree que su salud es aceptable y no le importa seguir ingeriendo el líquido letal. Los estragos del alcohol pueden ser graves y muchos de ellos irreversibles. El alcoholismo es una enfermedad crónica y progresiva. Se caracteriza por una dependencia emocional, produce daño cerebral y finalmente la muerte.
  Los síntomas son diversos. Temblores. Obesidad abdominal. Sudoración. Náusea. Estreñimiento. Dolor de cabeza. Frecuencia cardíaca acelerada. Lentitud mental, carente de ilusión y fatiga generalizada.
   En lo que respeta al físico el resultado es palmario. Mirada lánguida, perdida. Prematuro envejecimiento. En la parte inferior de los ojos van surcando arrugas extendiéndose al resto del rostro. El alcohol va haciendo mella. Se siente “vencedor” ante el daño mortífero que está causando. En síntesis, una persona con cierto índice de observación se da cuenta del individuo que ha comenzado la carrera de la frustración de su vida: El ALCOHOL.
  Un dato que resaltar. Según (OMS) Organización Mundial de la Salud, 20.000 personas fallecieron por esta causa en el año 2014 en nuestra Nación. En el mundo desaparecen por esta causa 2.000.000 de personas.


EL ALCÓHOLICO NUNCA RECONOCE QUE ESTÁ BORRACHO.