viernes, 8 de mayo de 2015

EL NIÑO, LA JOYA MÁS BRILLANTE DEL UNIVERSO





  Un adorno de metal precioso formado por carbono fino cristalino que despide rayos de luz como la gema o el diamante y todas las joyas de mundo carecen del más ínfimo valor si la comparamos con un niño.

   La planta más frondosa y hermosa es sólo una expresión, un rasgo de verdor. La máquina más sofisticada y compleja es imperfecta al lado de este pequeño ser que piensa, ríe, llora expresando sus sentimientos.
   Y ese ente maravilloso, ese en hombre en potencia ante la cual se doblega la madre Naturaleza, conjuntos de cosas y fuerzas del Universo, se confía sin paliativos al Maestro para que lo instruya, lo impregne de formación y moldee su espíritu con la herramienta gubia como si fuese un experimentado escultor.
   Los padres, el conjunto de la sociedad esperan del Maestro el milagro, la chispa que encienda la inteligencia y forje el carácter de esos futuros ciudadanos del mundo.
"Dejad que los niños se acerquen a mí" dijo Jesús.
Dejad que el Maestro haga su genial trabajo, que a veces no valoramos y optamos por criticar su inconmensurable labor.


  Si me permitís os menciono un triste caso, ocurrido en nuestra Área Serrana de la dejadez y irresponsabilidad de unos padres que no permitieron durante el período de dos cursos que sus hijos se matricularan en Enseñanza Primaria.
Han sido condenados a una fuerte suma de euros.