viernes, 11 de octubre de 2013

LA LLUVIA HACIA ARRIBA

   Con los codos apoyados en mi mesa escritorio, reflexionaba sobre los deberes que me había encomendado la docente de filología hispánica en la Universidad de Huelva.
   Como figura en el titular "La lluvia hacia arriba", una cuestión surrealista e insólita, me hizo buscar en los recodos de mi mente la argumentación e inicié la actividad.
    La Tierra, el planeta esferoidad que pertenece al Sistema Solar, está aislada en el espacio sin apoyo alguno, sostenida por la ley de gravitación universal, es decir, como si estuviese colgada con alfileres. Nuestro adorado planeta está adoleciendo los caprichos de la atmósfera. La sequía se agudiza cada día. Los campos están resquebrajados y con sed innegable. No se recordaba desde los albores del S. XX una situación análoga. La fauna y la flora eran los sufridores de esta situación anómala y por ende, al ser humano.
     La pedanía en que vivía Helio y sus padres estaba al borde del abismo. No se vislumbraba ni a corto ni a medio plazo que el fenómeno meteoro de la lluvia hiciera su aparición. La comunidad católica había convocado una asamblea para decidir sacar en procesión a San Pantaleón, muy venerado por aquellos lares. En la capital "Villa del Oso y el Madroño" existe una cápsula de quince cms. de longitud que contiene consolidada la sangre del Santo. Cada año, el día de la efeméride a la 24 horas el milagro (no existe razón científica que lo rebata) se produce. Los hematíes, leucocitos y plasma, es decir, la sangre, se LICUA. Así durante siglos. Tras deliberaciones al respecto la asamblea de vecinos acordó procesionar  la imagen.
        Al siguiente día, posterior al acto, ocurrió un hecho sorprendente e inaudito. Los padres de Helio lamentaban que la lluvia no hiciese su aparición.
         -Papá, mamá, venid rápido a la calle.
         Observarón atónitos, sin dar crédito a lo que veían. El cielo de súbito se había cubierto de nubes y la lluvia maravillosa y deseada caía, mejor dicho, subía desde la tierra hacia el cielo, en sentido inverso. Todos los lugareños impertérritos y sorprendidos, observaban este fenómeno singular e increíble. Los paraguas no podían usarlos. Un artilugío, que no era válido. Tenían imperiosa necesidad de salir a la calle. ¿Qué idea tuvierón? Aplicarse ropas íntimas, como bragas y calzoncillos recubiertos de material plástico endurecido, amén de los "dodotis". La OMS (organización mundial de la salud) había realizado un llamamiento a la población que rezaba así: "para evitar una eventual afección bronco pulmonar que pudiera derivar en la H11H (gripe A), se recomienda que los aparatos genitales estuviesen exentos de humedad".
          Po otra parte, la gente cantaba alegorías al Santo por la bendita lluvia, extraña lluvia que había causado furor en toda la comarca. Para algunos resultaba gratificante porque el aseo personal estaba garantizado, excepto para ciertos individuos que la higiene era repudiada.
           Los rotativos y ondas hertzianas se hicieron eco del sorprendente fenómeno metereológico. Corresponsales de medio mundo realizaban su labor periodística ufanos y exultantes.
    
      
      


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