sábado, 9 de febrero de 2013

DESESPERANZA

 He leído recientemente en la prensa un artículo que invita a la reflexión. Unos experimentos científicos han constatado que introduciendo en una jaula una rata y obstruyéndole la salida en reiteradas ocasiones por donde intenta escapar, ésta acaba por rendirse y aunque a posteriori se le deje la salida franqueada muere por desesperación, fenece por desesperanza, incluso antes que por hambre y agotamiento. 

Esto viene a suceder a muchos seres humanos que cuando se ven acuciados por los problemas cotidianos, como v.g. "paro y más paro" percibiendo una mísera subvención y si tienen suerte porque existen familias que carecen de esa “limosna” para cubrir sus necesidades más elementales y entonces no les queda otra opción que recurrir la Institución Cáritas para solicitar alimentos haciendo cola para coger su ración diaria aunque con ello lleve intrínseco el deterioro de su dignidad. La situación sin duda es caótica. Por esta circunstancia ciertos individuos no son capaces de resistir y ante esta tesitura se inclinan sobre el borde del abismo negándose a seguir luchando con el oonvecimiento que la existencia no tiene ningún sentido para ellos. 

Desde mi óptica opino que el hombre no es una repugnante rata. El hombre nunca, jamás tiene que dejarse vencer por el pesimismo y por las oscuras nubes que amenazan tempestad. El hombre debe luchar con intrepidez, audacia y coraje hasta conseguir su objetivo. No es omnipotente pero armado de fe y esperanza puede hallar un atisbo de luz en su camino. Acoquinarse ante las vicisitudes adversas es hundirse aún más en los terrenos encharcados. La lucha por la supervivencia llega a límites insospechados. El ser humano posee recursos suficientes para afrontar cúmulos de contrariedades. Fe en Dios, férrea voluntad y un sólido deseo de superación es la estructura básica para que el “edificio” no se derrumbe. Cuando te sientas acorralado en la más estricta soledad y todas las salidas estén obstruídas, la mejor terapia es adentrarte en el campo, en el bosque y en comunión con la grandeza de la Naturaleza inspirar profundamente con la mirada en el firmamento y clamar ayuda. Cosas sencillas pero de resultado eficaz. Un rayo de LUZ y ESPERANZA habrá nacido en ti.

3 comentarios:

  1. Alentador para los tiempos que corren. Muchas gracias. Pura energía Bernaberiana.
    (Y muy bien my mister teacher).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Bernabé. Al leer tu reflexión, y a sabiendas de lo bien que encajas las críticas, me gustaría comentar un par de cosas.
      El artículo lo desconozco, pero sí me llama mucho la atención de que un animal al que admiro tanto como la rata, muera de desesperanza. No creo que la desesperanza sea letal. Es más, no creo que ningún animal, incluyendo al ser humano, muera por su causa directa. Sí es cierto que la desesperanza, el desasosiego y la falta de ilusión por vivir nos influye tanto que nos puede afectar física y mentalmente y, por lo tanto, deteriorar nuestra salud.
      Por otra parte, ese animal que te repugna y que, al que parecer, sitúas muy por debajo del ser humano, como todos los humanos solemos hacer, comparte tantas cosas con nosotros, las personas, que sería absurdo distanciarnos tanto de él. Más aún... yo diría que las ratas me repugnan tanto como el ser humano. Casi tanto, matizaría... ya que a la rata no se le conoce conciencia y a las personas sí. Sin embargo, su comportamiento es muy parecido al nuestro. Por supuesto, como congénere mamífero comparte muchísimo con nosotros. Por eso el experimento es con ellos y se extraen conclusiones aplicables a los humanos. De la misma manera que tienen un riñón que funciona de una determinada manera, poseen un cerebro que, al igual que el nuestro, también funciona para mantenernos vivos. El cerebro es el que te dice "Ya has intentado salir por ahí un número de veces sin éxito... si nada ha cambiado, tus probabilidades de éxito tampoco han variado" La rata aprende... se puede desesperar a veces, pero por supuesto que aprende. Sitúala en un contexto distinto y empezará a explorar sistemáticamente la manera de salir.
      Ojalá los humanos aprendiéramos de las ratas y viéramos claramente, que si la situación no mejora, lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos es cambiar, en la medida de nuestras posibilidades, la situación. La tragedia es que la situación muchas veces escapa a nuestro control. Personalmente tengo fe en el ser humano e incluso cuando la apatía nos hunde, creo en nuestra capacidad para entender nuestro entorno y mejorarlo para el bien común.
      Un saludo Bernabé. Espero verte hoy en clase.
      Antonio.

      Eliminar
  2. José Domingo Sánchez Fernández10 de agosto de 2013, 5:05

    Estimado Bernabe una vez leida tu reflexión,estoy deacuerdo contigo, uno no debe rendirse nunca por muy mal que esté la situación siempre hay un rayo de esperanza que nos puede alumbrar. Me siento identificado con este escrito ya que como tu sabes en el sector en el que trabajo ha sido azotado fuertemenmte por la crisis con el consiguiente estrés que estamos pasando todos los que trabajamos en él. Yo como,tú bien dices en tus últimas letras del escrito, he acogido como mejor terapia la práctica del senderismo en la sierra en mi tiempo libre, cosa que me relaja y me hace ver con más optimismo el Fururo.

    José Domingo Sánchez Fernández

    ResponderEliminar